domingo, 17 de mayo de 2009

5 años 5 meses y 5 días



Providencialmente, tras 5 años, 5 meses y 5 días, me he encontrado con un paciente conocido mio, esta es su historia de dolor y resiliencia desde mi perspectiva.

Hace un poco más de 5 años salí de la escuela de medicina, donde me enseñaron a atender pacientes, desde la mira de la sub especialidad, con algunos toques de medicina familiar, fue mi constante observación, al ver que los médicos que habián sido generales de zona, tenían algo distinto, una mirada acerca de la vida que me atraía, con enfoque, correcto desde mi parecer.
Postulé al concurso nacional, pero un amigo me dio el dato que había un cargo en Chiloé, en la cuidad de Quellón, aquella que prometí que no volvería a pisar, cuando habíamos venido a este pueblo y nos intentaron asaltar. Finalmente igual postulé, y el día que me gradué, me llamaron para venirme a Quellón.

Meses después, ya llevaba unos 3 trabajando, me tocó hacer una ecografía en un turno, a una paciente embrazada con dolores, ese turno fue un asco, hacíamos 3 días, y en pleno comienzo y epidemia de influenza, vi 180 pacientes, ella fue una, dado que en la ecografía, encontré algunas anormalidades, y francamente no entendí que significaba decidí derivarla al ginecólogo, en el lejano Hospital de Castro, diagnósticando un embarazo gemelar, (no tenía eco), con síntomas de parto prematuro, por lo que me tocó decirle a la señora que no era uno, sino dos. El lunes comenzaba mi capacitación en gine-obstetricia, conocido como mes por año; y por supuesto acompañando al jefe de servicio, fuimos a pasar visita a la sala de alto riesgo, donde estaba ella, mi paciente, la que había derivado tres días antes. La acompañé a su ecografía, tuvimos una conexión geográfica, fuimos ahí estaba el especialista en ecografía, quien diagnóstico un embarazo gemelar mono/mono, con transfución feto fetal, todo mal, tras varios días, ellos, oriundos de Auchac, pobres y altamente rurales, fueron derivados a la clínica las condes, donde un super especialista, (a quien conocería en las mismas cirscuntacias pero personales) en alto riesgo le haría una transfusión al feto que aún se podía salvar la vida. Terminó 1 mes después mi capacitación. Y me volví.

Varios meses después, estando de turno nuevamente en Quellón, llaman del centro (des)regulador que venía una guagua en paro, esperándola en la puerta del Hospital, se baja el papa, con una guagua de 2 meses en apnea, venían de su sector en auto, desesperados, no pregunté ni dije nada, le quité de los brazos y corrí, como lo hubiera hecho con cualquier lactante en paro, tras algunos minutos, teníendo la guagua intubada y acorde al protocolo standar, volvió a respirar, volvió a latir su corazón, le colocamos un monitor de apnea, la desintubé, y hice pasar a los papas, sorpresa mayúscula, fue cuando entró ella, la mama, mi paciente, se la paso  y una vez que estaba en sus brazos le digo, esta todo bien, ya se recuperó, llamo a la pediatra de turno, y nuevamente la enajeno de sus raíces en busca de lo que le intenté explicar como una nueva ocasión de esperanza. 

La controlé en su control de niño sano a los tres meses de vida, su hermano estaba muerto, su mama seguía asustada y tenía un monitor de apnea en su casa. No la volví a ver. 

5 años después, en una ronda médica al sector de Auchac, me toca la puerta el paramédico y me dice que, había un niño con otitis, si lo podía ver, yo que dado a la experiencia en mis tres primeros años desarrollé la habilidad de ver miles de paciente en el día, dado que llegue a un sobre explotado Hospital, dije sí. 

Ahí entró, la madre con el hijo, a quienes por supuesto no reconocí, lo atendí como a todos, efectivamente tenía otitis, y la madre me dice, "Dr. se acuerda usted de él" fue como encontrarme con un amigo de toda la vida, la consulta se transformó en una amena conversación acerca de la vida, le conté lo que pasó con mis gemelas, y la madre, lloró, no por mi dolor, sino que por que ella sabía exactamente lo que duele perder un hijo en esas condiciones, hoy miro para atrás, y veo que las decisiones que he tomado en la vida, mi vida, si pueden al menos a ellos influenciado, en una mejor, menos dolorosa vida, teniendo uno de los dos con ellos, esa, situación a la que yo no pude aspirar, por vivir en este país retrógado... Bueno la vida sigue y hay que tirar para arriba...

A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.
Edgar Allan Poe (1809-1849) Escritor estadounidense.