sábado, 16 de febrero de 2008

14 horas

Tuve el desagrado de ir a Santiago esta semana, de Santiago no hablo por que no he vivido ahí, cada vez que voy me siento extraño, asombrado por la cantidad de plata que se invierte en la capital, los autos y todo lo que se puede comprar; veo miro y me siento desarraigado, no soy parte de esa cuidad, lo sé, tarde o temprano terminaré allá, pero no aún.
Pero el comentario de hoy tiene que ver con el viaje de vuelta, saliendo a las 08:30 del centro, y manejando 13:30 horas continuas, un par de paradas a hechar bencina, 1 extra para ir al baño y 11 peajes completos y el para salir de la carretera hacia Chiloé, muchas bebidas y muchos cigarros.
En 14 horas manejando uno tiene tiempo para pensar muchas cosas, una de las que me mantuvo despierto es el tema de los carabineros que murieron esta semana; somos tan poca cosa como país que mueren dos carabineros y aparecen de inmediato algunos farándulescos personajes políticos exigiendo, y de pasada usando la triste muerte de los oficiales para figurar, la pena de muerte y las penas del infierno para los responsables, ejemplo tenemos muchos cuando de una situación particular se pretende hacer una ley general, como la ley Boloco, pa los que no saben una propuesta de ley que no prosperó aún en busca de endurecer el concepto de vida privada, para cagarse los periodistas.
No es que esté en contra de que se castigue a los asesinos, al revés que los sequen en la cárcel, pero me da vergüenza ver como los políticos elegidos popularmente aprovechan la ocasión X para generar una ley, sin separar las emociones, creando iniciativas ante las cuales el común de los mortales no tenemos ni tiempo para manifestarnos en contra.
Creo que si queremos crecer como democracia es necesario que los temas se piensen y discutan, se analicen las distintas caras que tienen y luego legislar.